29 oct 2008

Las profecías de la vieja Maní.




Y llegaban hasta las puertas de su humilde choza levantada bajo la sombra de una frndosa ceiba, los grandes señores del Mayab y los sacerdotes y los h´menes que también son adivinos y conocen de augures pero de menor rango; gentes de lejanas comarcas se acercaban caminando por las anchas avenidas adoquinadas y atezadas de piedras blancas calizas y rojas matizadas y todo el peublo que deseaba conocer las profecías de la Xunci-Maní que quiere decir La vieja Maní. Porque los dioses le habían dado el don de la adivinación y la vieja podía ver con sus ojos rugosos y que al devenir de los años y los siglos bian a ocurrir en la tierra del mayab y de otras tierras.

Y cuando la gente estaba allí toda reunida y hecho el silencio reverente, la Xunci-Maní salía de su choza oscura y tétrica, levantaba las manos en alto y pronunciaba las palabras mágicas que sólo los espíritus del monte podían entender. Si el cielo estaba azul y sereno se llenaba de barruntos, se oscurecía la luz y pesadas tinieblas caían sobre Maní.
Entonces la Xunci_Maní hablaba.

Y a través de su boca desdentada escapaban las más increíbles profecías y cuentan los viejos de entonces y los sabios escribas que así lo registraron en glifos y en figuras pintadas en piel de venado, que un día quemó un inculto y asombrado obispo, que la Xunci.Maní profetizó todas las cosas que entonces ocurrieron y están ocurriendo y ocurrirán.

Y la vieja Maní dijo que un día no muy lejano, llegarían a las tierras del Mayab hombres-extraños que diezmarían a la raza y la cubrirían de snagre, de penas y de lloros, y que todo cuanto hubiere en la tierra ceñida por el mar inmenso y el Mar de las Turquesas (Pacífico y Golfo de México) sería destruído y nuevas doctrinas y nuevas costumbres y muchas cosas malas y esclavitud habría.

La llegada de los conquistadores españoles con su inaudita rapiña y la destrucción de la cultura maya y azteca, le dió la razón a la adivina.

Dijo también que llegaría el tiempo en que el hombre no tendría necesidad de caminar, porque extraños animales de movimiento propio lo trasladarían a largas distancias y que llegarían grandes pájaros para llevarlos de un reino a otro sin el menos esfuerzo.

Se entiende que esta profecia de la Xunci-Maní se refiere al automóvil y al avión.

Cuentan los viejos y aspi lo escribieron en sus códices y en los templos, que también la Xunci Maní dijo que el hombre podría hablar con el hombre a larga distancia, sin que nadie impidiera el que fuese pído. Esto se relaciona con el teléfono y demás medios de comunicación inalámbrica.

Asimismo vaticino que en pueblos lejanos a los que con el paso de los años el hombre del Mayab conocería, se desatarían cruentas guerras y habrá pestes y hambres y sed y muchas necesidades. Las guerras mundiales están relacionadas con esta profecía.

Pero hay algo más y esto llenó de terror a sacerdotes, h´manes y grandes señores del Mayab, porque dijo la Xunci-Maní que llegaría el día en que el mundo entero ( tal vez se refirió al universo) o solamente a nuestra tierra, desaparecería y quedaría muerto para siempre, quieto y flotando entre los cielos infinitos, porque siglos antes había ocurrido una catástrofe en que pereció el mundo al ser cubierto por las aguas y sólo quedaron las semillas, así de las plantas, animales y del hombre con lo cual volvió a renacer la vida (¿ El diluvio?) pero esta vez el mundo verá su fin por medio de una sequía espantosa.

Poco a poco se irán secando las aguas, así las dulces como las amargas, las saladas y cristalinas como las rebotadas y turbulentas. Todos los hombres caminarán sedientos sobre la faz de la tierra y no hallarán agua para calmar su sed ni para sobrevivir, hombres mujeres y niños hallarán la muerte más espantosa y los dramas más terribles tendrán lugar a la orilla de las fuentes, de los que antes eran dulces manantiales, en los cenotes y en las sartenejas.

Y tanta sed, tanta sequí agobiará al mundo, que todo se incendiará, se secará y esta vez no podrán sobrevivir ni las semillas ni los recuerdos.

Termiadas las profecías, la Xunci:Maní entraba a su choza y entonces el cielo volvía a ponerse zul, volaba el pájaro E-Pip y la luz volvía a brillar sobre el cielo del Mayab.

Pero nadie osaba preguntarle a la vieja adivina y hechicera cómo debían contarse los tiempos de su profecía, nadie trataba de interrogarla porque todo lo dicho por la Xunci- Maní los llenaba de terror, los sobrecogía esos horrendos vaticinios, ese profetizar entonces inexplicable. Porque en ese entonces aún no llegaban a la Gran Maní, en huída y buscando refugio, la raza Tutul- Kiú.

Pasaron los años y nadie supo cuándo ni cómo murió la vieja hechicera de Maní. A la llegada de los españoles cuentan que se halló a la vieja petrificada sentada bajo la ceiba en donde estuvo su choza y otros aseguran que no era el cuerpo de la vieja sino una escultura en piedra que alguien esculpió para perpetuar su memoria.

El caso es que un día, cierta mañana, el sol sorprendió a la Tunkuluchú (lechuza) grasnando todavía entre el follaje cercano al sitio donde estuviera la choza de la bruja alguien que pasó descubrió que la estatua de la mujer había sido decapitada y en el lugar donde estaba la cabeza o sea el cuello, brotaba aún la sangre.

Entonces, se escuchó de entre la selva, una voz siniestra, cascada, que decía que el día en que la cabeza de la Xunci-Maní volviera a su sitio, la última de las profecías sería cumplida.

Y como todo lo que se cuenta en esta leyenda ha resultado, todos los hombres del Mayab y del mundo esperan con terror el otro, el veradero final del mundo que predijo en forma tan horrible la Xunci_Maní o vieja Maní, allá en las lejendarias y misteriosas tierras del Mayab.

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