10 nov 2008

VíaCrucis

Viacrucis de moscas por las calles sin ojos.

Penitentes sin boca arrastrando silencios.

Cristo delante de un neón fucsia: "Club Privadísimo".
Saetas, tasas, toses, tiestos...
Cirios y sirios.

Cristo sufre: las calles siguen ciegas,
los gatos se comieron los iris.
Tambores, temblores, trombas, tumbas, timbales...
Cristo sabe y se calla, la oreja del mundo es de cera
derretida; no puede oír, no oye.

Estandartes, pendones, picas, pasos, púas, pocos...

Las calles musitan confusas oraciones,
pero aún sin ojos. Se cegaron de sol electromagnético.
Cristo abarca todas las cruces y todos los cruces,
pero Él ya no avanzará más. Sus pies no tocan el suelo.

Oro, flores, floreros, fastos, fiesta, oráculo...

Cristo me dió un beso y me quedé sin rostro.

Siguen ciegas las calles, los callejones, las vías y las plazas.

Procesiones, procederes, procesos, precisos, preciosos...

Cristo se ha tatuado una corona, se ha puesto percins
en las manos y en los pies,
y un cíngulo amarillo estrangula su cintura, ya no respira,
ya no quiere respirar pero le hacen el boca a boca
y lo traen una vez y otra y otra a pasear por las calles sin ojos
para que las moscas coman su sangre seca,
para que un neón de color fucsia se le clave en el costado,
para que le den a beber petróleo,
para pedirle rescate al Padre,
para seguir extorsionando almas,
para que sigan las sábanas santas empapándose de aceite,
para que recuerde que la contrareforma solamente triunfó
en la planta de los pies de Europa, un poco más tarde;
cuando consiguió desasirse de las astas de su secuetrador.

Víacrucis, Vias Lacteas, Vías Apias, Vías y entre vías...

Cristo canta con una voz perfumada, pero solo lo escuchan
las ardientes arenas de todos los desiertos.

Bitácora
El poeta es un fingidorII

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