10 nov 2008

Las hilachas



A veces no entiendo por qué escribo y tejo hilachas de letras.
No lo sé.No es que no quiera ser leída
– eso sería casi como no querer ser amada-
sino que suena absurda la canción en las noches,
cuando he llegado por fin a desvestirme del mundo
y me miro desnuda en mi reino de espejos.
Yo me sigo cantando las primaveras verdes,
los colores del invierno en las playas de Chile,
la madera y los árboles antiguos que me tragué sin agua,
con los ojos cerrados de tanto miedo al frío.
Tengo bolsas y cajas llenas de fragmentos, acumuladas,
meciéndose en el polvo;
ramas y flores de otras plantas ajenas,
que debí dejar crecer en islas que hoy tienen candados en las puertas.
¿Hacia dónde? ¿Sabes tú? ¿A dónde iremos?
Los aviones coquetos sacuden la cola cuando paso
y no faltan los guiños, las miradas de fuego de los mapas.
Hay cuatro maletas que guardo en el desván
que por más que se peinan no llegan a las fiestas.
Sigo aquí, petrificada.
Dejando caer el sol por la ventana y bautizando
la garra de león como un helecho.
En mi casa no hay ni un olor permanente, ni una lámpara
fija y colocada para ocupar un sitio con el tiempo.
El exilio de los libros
ha comenzado: que no quede nada que se extrañe,
nada que duela, para fugarse sin mácula.

Entre tanto la palabra es una flor que decidió desarrollarse,
que parió pétalos blancos, relucientes y me hizo delicada la corteza:v
eré como sus hojas se derraman, hasta que nada yerga afirmaciones
ni enarbole causas para tener raíces en la tierra.



CC Maria Caracol 2005
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Gracias : María Caracol
Desde: A Flor

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