23 nov 2008

LUIS DE GONGORA

DON LUIS DE GONGORA
(1561-1627)

Soneto
Pequé, Señor, mas porque he pecado
de tu amor y clemencia me despido
temo, según mis culpas, ser perdido,
y espero en tu bondad ser perdonado

Recélame, según me has esperado
ser por mi ingratitud aborrecido,
y hace mi pecado más crecido
el ser tan digno Tú de ser amado

Si no fuera por Ti ¿de mí que fuera?
y a mí mismo de mí ¿quien me librara
si tu gracia la mano no me diera?

Mas ¡ay! a no ser yo ¿quien te no te amara
y si no fueras Tú ¿quién me sufriera?
y a Ti, sin Ti, mi Dios ¿quién me llevara?

Este poeta, padre de toda una escuela que pasados los siglos, después de acerbamente criticada y rechazada, resurge en el extranjero, principalmente en Francia, con el nombre de simbolismo, nació en Córdoba, que a la vieja Roma ya había dado grandes poetas y filósofos, y a España un Juan de Mena, el 11 de junio de 1561. Joven aún, a los quince años, pasó a la universidad de Salamanca, entonces en el apogeo de su fama, a estudiar derecho. Pero le interesaba más el culto de las musas que el análisis del Fuero Juzgo y las Partidas y, según parece fue en las aulas en que todavía retumbaban los ecos de la autorizada voz del maestro de León, donde compuso gran parte de sus composiciones de arte menor: poesías amatorias, letrillas satíricas y romances, con lo que abandonó el estudio de una carrera que habría podido más tarde procurarle una situación elevada, como le correspondía por su nacimiento, pues era de distinguida familia. Sin embargo, no abandonó del todo sus estudios, pues que a los cuarenta y cinco años podía hacerse eclesiástico y obtener un beneficio en la catedral de Córdoba, después de lo cual, y gracias a la protección del duque de Lerma y del marqués de Siete Iglesias, fue nombrado capellán de honor del rey don Felipe el tercero. Entonces marchó a Madrid, donde esperaba medrar con su ingenio, mas ya su edad no estaba para intrigas y devaneos, y no supo sacar todo el partido que se podía del favor de que gozaba. Además, poco después sufrió de una cruel enfermedad de cabeza que le hizo perder completamente la memoria; y hubo de volverse a su patria: donde murió a poco, en 1627, el 24 del mes de mayo.

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